San Jhony es Guadalajara








Mi lección no va por ahí. Tampoco lo es, el amarrarse el cinturón de seguridad que es el aprendizaje más importante en la adolescencia (el segundo es que el acné crea personalidad).

Yo creo que lo más importante que aprendí en mis veinte y que comparto es lo siguiente: siempre hay un whisky de más; siempre hay un cigarro de sobra











viernes, 11 de enero de 2013

una reflexión

La necesidad de pensar la latinoamericanidad en relación a un mundo geográficamente y epistemológicamente distinto del de los setenta. acusan la necesidad de poner en juego nuevos insumos teóricos acordes a las nuevas matrices de escritura que ya no sienten la latinoamericanidad como una relación transparente y sin conflictos entre el sujeto productor y el espacio geográfico “de origen”. La escritura misma intenta generar espacios de pensamiento poscolonial, posoccidental en términos de Mignolo. Es una narrativa en permanente diálogo con el horizonte crítico, ya sea ficcionalizando sus planteos al interior mismo del mundo narrado como también produciendo una voluminosa cantidad de discursos exegéticos, como ensayos, manifiestos, prólogos, etc. textualidades en las que prima la necesidad de suturar el vacío crítico, el vacío de sentido y de religación a una tradición, en que estos escritores y la “Nueva Narrativa” se encuentran.

Por un lado se constituye a partir de discursividades que están aún en discusión, generándose continuamente nuevas lecturas, en especial debido a su carácter de actualidad.

Es por ello que, como segunda debilidad, no sólo encontramos esta agenda de discusiones “diseminada” en distintos artículos, revistas, congresos y en menor medida libros y complicaciones, sino que también es factible encontrar posiciones diferentes y miradas antagónicas respecto del mismo proceso. No podemos afirmar que se halle una posición dominante, y esto tiene que ver muy claramente con que el estado del debate aún está en pleno desarrollo.

Los temas e interrogantes que más acuciantemente aparecen en este debate:
▪ ¿En qué medida estos nuevos enfoques teóricos pueden adecuarse y ser productivos en el campo de los estudios latinoamericanos y en particular, su crítica?
▪ Dentro de un contexto de fuerte desplazamiento de la producción de conocimiento para y sobre América Latina hacia la academia norteamericana: ¿Qué espacio/rol ocupa ésta en relación a ese “mercado” teórico?
▪ ¿En qué medida se podría afirmar que nuestra agenda académica ha sido penetrada por los enfoques generados desde un espacio externo, procurando más una reproducción de los debates emergentes de otras realidades que respondiendo a un contexto propio y específico?
Se percibe que lo “latinoamericano”, sus expresiones culturales y literarias, ha pasado a ser, en muchas ocasiones, meros “ejemplos” de los constructos teóricos posmodernos y metropolitanos. Nelly Richard observa que estas producciones pasan a tener un “valor de uso”: es decir que su principal interés radica en que permiten poner a prueba estos complejos aparatos teóricos. (En Moraña 2000).

En las últimas décadas el relato testimonial ha adquirido gran relevancia a nivel nacional, regional y global, tanto desde la producción de la práctica discursiva como por los estudios críticos y teóricos que se han ocupado de él, proponiendo debates acerca de las relaciones entre política y literatura, los límites entre ficción y realidad, o las distintas concepciones del canon.

Para algunos consiste en una forma de literatura que recupera la “voz del subalterno” y se constituye en un discurso resistente al canon que implica una desnaturalización de los modelos consagrados. Pero existe otra línea de discusión, más escéptica, que lo considera “otra” forma de literatura sancionada por el poder y la autoridad académica, dado que diluye la capacidad del testimonio para reconstruir la verdad de lo subalterno. Se relativiza de este modo su poder estético e ideológico especial (Goicochea, 2000).

En Guadalajara, los neoperiodistas y los socio críticos opinan, que,  los géneros discursivos son una lista  inmensa, porque las posibilidades de la actividad humana son inagotables y porque en cada esfera de la praxis existe todo un repertorio de géneros discursivos que se diferencia y crece a medida que se desarrolla y se complica la esfera misma (Bajtín, 1982); y, por otro, que el estudio de los géneros literarios es imposible fuera del sistema en cual o con el cual están en correlación, de modo que los géneros no son constantes sino variables y su material lingüístico (extra-literario) así como la manera de introducir ese material en literatura, cambian de un sistema literario a otro.

Desde el punto de vista historiográfico resultan relevantes estas hipótesis porque permiten postular el carácter problemático del género testimonial en tanto producción cultural y producción de un saber que aparece en una relación ambivalente, tensa, con la opinión pública que sostiene la democracia, aunque parezcan antagónicas, las posturas y visiones de todos grupos guardan grandes semejanzas, entre las cuales las más importantes son una concepción similar de la conformación de grupos como estrategia de penetración en el mercado literario y de construcción de la identidad autoral, una actitud belicosa ante los opositores y un uso exhaustivo de las nuevas posibilidades de promoción que han inaugurado las nuevas tecnologías.