San Jhony es Guadalajara








Mi lección no va por ahí. Tampoco lo es, el amarrarse el cinturón de seguridad que es el aprendizaje más importante en la adolescencia (el segundo es que el acné crea personalidad).

Yo creo que lo más importante que aprendí en mis veinte y que comparto es lo siguiente: siempre hay un whisky de más; siempre hay un cigarro de sobra











lunes, 12 de abril de 2021

La poesía sigue siendo el lugar de las revelaciones.

La poesía sigue siendo el lugar de las revelaciones. Un espacio para desdecir o atenuar milagrosamente la palabra oficial y la versión consuetudinaria de la realidad. Entiéndaseme bien: hablo de que ella es el territorio posible de toda la libertad, de todo el deseo, un porvenir labrado desde la entraña de la memoria, donde el hombre encuentra y abraza una más grande y más vasta significación. Olvidada por el establecimiento, arrojada a la insularidad, quimera insaciable, singularidad bellísima que afirma a cada ser viviente como una catedral única —aquí donde la pretensión es uniformar por lo bajo— ella es necesariamente un instrumento esencial para el cumplimento de la promesa humana. Entonces la poesía no es otra cosa que un glorioso capítulo de nuestra divina otredad.

Habita en donde no la esperamos. Como el gato que nos salta al cuello vaya a saber de dónde, hallamos su hermosa huella, tan humilde y esencial al mismo tiempo, en un pequeño libro mal editado y casi clandestino, en un recital sin mucho público, en la conversación fraterna de algún amigo escritor, en reportajes y crónicas que no pretenden otra cosa que ser poeta.

Habría que pensar si lo que hace revivir algún recuerdo es un motivo (podemos llamarlo estímulo) del presente, que tiene alguna relación afectiva o imaginativa con eso que se está reviviendo.

El joven circuito literario producto del casi inexistente apoyo institucional y económico por parte del Estado y la empresa privada, sumado a los bajos niveles educacionales y de lectoría que padecen nuestras escuelas, podemos decir que en Gdl., se practica y se genera muy buena literatura.

Pero, más allá de incurrir en el eterno juego de víctimas y victimarios con nuestra propia realidad, advertimos que la actual producción literaria se ve respaldada por las capacidades de sus representantes en el terreno de la gestión cultural. Todo poeta, narrador, crítico, director de revista o editor que desee ver su producto circulando en el mercado (librerías, ferias de libro o presencia en el canon), está obligado a convertirse en contador, distribuidor, organizador de eventos, publicista y hasta en vendedor.

Una editorial alternativa es la rueda cartonera, encabezada por Fong,  fabrica sus libros a partir de la recolección y trabajo a mano por parte de jóvenes recicladores de cartones, y pese a que no son publicaciones pulcras ni elegantes, es encomiable el esfuerzo de proyección social que realiza la editorial.

Inicialmente, los jóvenes poetas se juntaban también para contrastar sus escritos, para darse seguridad antes de lanzarse a publicar un libro y también para aprender juntos. Es por eso que, si echamos un vistazo a sus primeros poemas, encontramos versos autobiográficos, impresionistas, duros, rústicos y efectistas, los cuales corresponden a su primera experiencia: la inmensa mayoría se resume en poemas vergonzosos, escondidos por sus propios autores.

Así es como se aprende a ser poeta.