San Jhony es Guadalajara








Mi lección no va por ahí. Tampoco lo es, el amarrarse el cinturón de seguridad que es el aprendizaje más importante en la adolescencia (el segundo es que el acné crea personalidad).

Yo creo que lo más importante que aprendí en mis veinte y que comparto es lo siguiente: siempre hay un whisky de más; siempre hay un cigarro de sobra











jueves, 8 de septiembre de 2011

Una carta de mi amigo Juan Antonio Castañeda

C. DIRECTOR DE LA JORNADA JALISCO
JUAN MANUEL VENEGAS RAMÍREZ
P R E S E N T E
Le envío unos comentarios y las "tiernas reflexiones" del Premio FIL de Lenguas Romances 2011 Fernando Vallejo, con el propósito de insertarlo en El Correo Ilustrado si lo considera conveniente. Con la seguridad de que los lectores de La Jornada no se escandalizarán de las opiniones de Vallejo.

Atentamente
Juan Antonio Castañeda Arellano



FERNANDO VALLEJO
Ya sabemos que la vida para algunos es una desgracia para otros una fiesta.

Vallejo




Fernando Vallejo es el acreedor al Premio FIL, de Literatura en Lenguas Romances 2011 anunciado la semana pasada ( antes Premio Juan Rulfo). Entre sus obras se cuenta: La virgen de los Sicarios, El desbarrancadero, Mi hermano el alcalde, LA PUTA DE BABILONIA y muchas más. Ganador del premio Rómulo Gallegos 2003. Nacido en Medellín, Colombia y naturalizado mexicano. El galardonado parece contener el ardor de un profeta pero con acentos sulfurosos para las mentes limitadas. Cada oración en sus novelas es un estallido en la conciencia de la mayoría de las personas. Nada ni nadie se salva cuando Vallejo lo ha puesto en sus miras, sus improperios (contra Dios, la Iglesia, el Papa, la Virgen, la Patria, la Preñez, la Madre, el Narco, los Políticos, los Pobres, los Ricos, la Humanidad toda), sabe que detrás de su furia lexical y de su ira santa se esconden un enorme corazón y una ternura sin límites. Aunque un observador atento se da cuenta de su profundo amor a la única especie digna de salvarse: los animales.


Cronista de la devastación, se ha dicho que ha escrito una insólita historia de amor y un evangelio al revés donde los asesinos disparan balas rezadas y el mayor delito consiste en sobrevivir. Maestro de controversia, de la injuria como una de las bellas artes. Sus peroratas caen sobre Colombia, México, el resto del mundo, disparadas, indómitas, imprecatorias como ráfaga de balas, como una lluvia acida, una tempestad desaforada, un cataclismo del idioma. Prosa furibunda, mágica, encabronada, apocalíptica, en que la rabia, la ira y la desesperación se vuelven ternura desamparada… una música del desconcierto.


Sátira feroz del neoliberalismo, la democracia en un tinglado de ilusiones, mentiras y traiciones, de almas en pena, muertos que votan y bandadas de loros (académicos) que dicen verdades eternas. Sus libros son unos delirantes cantos de amor y de perdición que nos da y nos ha dado hace un tiempo la literatura, su literatura. Mezcla la dicha, el humor con el apocalipsis. Opina que el Internet es una epidemia equivalente al sida.


Vallejo vertebra, desesperada e irremediablemente su novelística. Provoca entusiasmo y fobias, pero nunca tibieza e indiferencia. De hecho la tibieza es el sentimiento más ajeno a su literatura, en una Colombia que se divide en conservadores y liberales y un México que hoy se divide en asesinos y cadáveres: quizá pudiera ser esa la frase más dulce que le dedica a nuestro país como a Colombia.


En cuanto, riqueza, imaginación y poderío verbal, Vallejo es un prodigio. Rabioso, nihilista, iconoclasta, cargado de un humor más que negro subversivo. Denuncia instituciones, personajes públicos, hechos, injusticias y todo lo habido y por haber. Cree en el poder salvador de las palabras explosivas, pero también en su poder destructor, escribe, Sin embargo, a inconmensurable carga de virulencia –no de violencia- que hay en sus libros, sus libros me parece que tienen más de canto que de odio.


Pese a su reflexiones tan demoledoras como las que le inspiran los niños, dice: “en todo niño hay en potencia un hombre; un ser malvado. El hombre nace malo y la sociedad lo empeora. Por amor a la naturaleza, por equilibrio ecológico, para salvar los vastos mares hay que acabar con esta plaga, o entre otros seres objetos de sus enconos, las mujeres, por el hecho de poner seres humanos en este mundo. Porque uno de los pecados no es nacer, sino hacer nacer. Mírense en el espejo antes de copular, de engendrar, de concebir, de parir, cabrones, ¿o es que tienen miedo de que se les pierda el molde?”


“Yo resolví hablar en nombre propio porque no me puedo meter en las mentes ajenas, al no haberse inventado todavía el lector de pensamiento”
“Yo conozco lo peor de lo peor, al Papa, mi polémica no es con este u el otro Papa, que al fin no son más que unos pobres diablos. El actual espero, se muera antes que yo; mi polémica es con Cristo, uno al que tampoco le dio el alma para entender lo que tenía que entender: que los animales también son nuestros prójimos, y no sólo el hombre, que es el más malo de los animales. Y después de Cristo con Mahoma, esa bestia reproductora y lujuriosa. Yo pienso que: especie que se extingue, especie que deja de sufrir. Que se mueran los perros, que se mueran las vacas, que se mueran las ratas, mis hermanas las ratas, eso es lo que quiero yo”.


“Colombia es un desastre sin remedio. Maten a todos los paramilitares, los funcionarios, los curas, los narcos y los políticos, del presidente para abajo y el mal sigue: quedan los colombianos. Insulto a Colombia, la mía, porque la quiero, quiero que se acabe: para que no sufra más”.


“Entre papas y presidentes y granujas de su calaña, elegidos en cónclave o no, a la humanidad la llevan como a una mula vendada con tapojos rumbo al abismo”. Pues sí, terrible pero conto al fin. No en vano habla del mundo en que vivimos, no nos engañemos, aunque le cante en Colombia no sólo habla de Colombia en sus libros. Es de México.


Fiel a su carácter honesto, polémico y controversial, el autor del libro La PUTA DE BABILONIA, inicia en su primera página con la siguiente oración:


“LA PUTA, LA GRAN PUTA, la grandísima puta, la santurrona, la simoníaca, la inquisidora, la torturadora, la falsificadora, la asesina, la fea, la loca, la mala; la del Santo Oficio y el Índice de libros Prohibidos; la de las Cruzadas y la noche de San Bartolomé; la que saqueó Constantinopla y baño de sangre Jerusalén; la que exterminó a los albigenses y a los veinte mil habitantes de Beziers: la que arrasó con las culturas indígenas en América… .” No puede ser tan claro que no se le entienda a quién se dirige está oración.


Zapopan, Jal., septiembre de 2011.
Juan Antonio Castañeda Arellano
Preparatoria No.7

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